“Servir es el plan A” es la consigna que acompaña este año al proyecto Misión Caleb, liderado por el Ministerio Joven de cada Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD) en Chile. Con esa determinación y como es inherente en este proyecto de servicio, jóvenes de la Misión Chilena del Pacífico (MChP), sede administrativa de la iglesia para las regiones de Coquimbo y Valparaíso, unieron esfuerzos para extender el amor de Cristo brindando ayuda a los damnificados por los gigantescos incendios ocurridos en la Región de Valparaíso a finales de enero e inicios de febrero del año en curso.
“A mi hija se le quemó su casa, pero gracias a Dios, la ayuda de los jóvenes de la Iglesia Adventista del Séptimo Día fue una bendición que nos cayó del cielo”, cuenta Víctor Olivares, familiar de damnificados.
El proyecto Caleb, suele realizarse anualmente durante el verano y vacaciones de invierno en Chile. Inicialmente, se había definido que cada iglesia de la MChP realice este proyecto de servicio. Sin embargo, a raíz de la gran necesidad que dejaron los devastadores incendios, todas las iglesias decidieron fusionarse para ir en ayuda. Desde Valparaíso, Viña del Mar, Quilpué, Villa Alemana, San Antonio, Limache, La Calera y La Cruz, motivados por ayudar y servir al prójimo que en estos momentos sufre la pérdida de seres queridos, de sus hogares y otros bienes materiales, resolvieron poner en acción el proyecto Caleb en conjunto desde el 19 de febrero, brindando diferentes tipos de ayuda.
Dejando huellas
“Los jóvenes se han reunido desde varios lugares para trabajar en distintos proyectos”, comenta Eduardo Astudillo, pastor de la IASD Quilpué Centro, lugar desde donde se despliegan las ayudas. En diferentes puntos afectados de Viña del Mar y Quilpué, se están realizado levantamiento de hogares de emergencias, remoción de escombros, limpieza, entrega de alimentos, contención espiritual y además, se brindó auxilio en la Unidad Móvil de Ayuda Humanitaria de ADRA.
Martín Maynou, uno de los participantes de “Misión Caleb” en la V Región, con notable emoción comenta: “hemos sido muy bendecidos, con todo lo que hemos hecho, hemos recibido mucho cariño, también mucha ayuda… la comunidad está muy agradecida con nosotros”. De esta manera, todos los "Caleb", están dejando huellas de amor, solidaridad, empatía, unión; reflejando a Jesús en cada acto de servicio.
Comedor comunitario
Elia Rojas y su esposo, miembros de la IASD Valencia en Quilpué, decidieron abandonar sus planes de vacacionar en otra ciudad y abrir un comedor comunitario a favor de sus vecinos, quienes perdieron sus hogares.
“No pudimos dejar a nuestros vecinos”, comenta Elia. “Ellos lo perdieron todo. A nosotros también se nos quemó la casa, pero solo un sector. Agradecidos al Señor por eso, mi esposo me dijo que ya no iríamos de vacaciones, y el dinero que gastaríamos en eso, lo invertiríamos en comprar alimentos para cocinarle a los vecinos”, añade Elia.
Fuente: División Sudamericana de los Adventistas del Séptimo Día.